La decepción mursi

Mujer y niño mursi

Ya hace un mes desde que volvimos de Etiopía y aún no me he decidido a contar nada. Así que empezaré, por ejemplo, por los mursi, conocidos sobre todo por sus mujeres, ornamentadas con enormes platos de barro en los labios y orejas.

Lástima que eso fue casi lo único que conseguimos saber de este pueblo.

Después de muchas, muchas horas en coche por caminos de tierra la mayoría del tiempo, llegamos a la ciudad de Jinka, junto al parque nacional de Omo. El viaje no es cómodo, pero merece la pena ir al sur del país para conocer las tribus que lo habitan, aún con costumbres y tradiciones muy parecidas a la imagen que tenemos en mente del África tradicional. Son muchas las tribus que se pueden encontrar allí: los banna, los arbore, los dorze, los hamer, los karo… pero los mursi se saben únicos y tratan de explotarlo.

El problema está en que han encontrado en su exotismo un filón pero no saben muy bien cómo hacer uso de él. Te hacen pagar absolutamente por todo para después no ofrecerte nada a cambio. Tuvimos que pagar la entrada al parque, el impuesto del coche, la entrada al poblado mursi, contratar obligatoriamente a un guía (que no nos explicó nada que no viniese en nuestra guía de viaje) y a un scout (que, al ser también mursi, cuando tuvimos problemas con el jefe de la tribu se puso de parte de ellos en vez de nuestro lado). Seguro que se me olvida algún pago más, pero en total nos salió todo por unos 60 euros, lo que me parece excesivo incluso para un bolsillo europeo. Y más teniendo en cuenta que no nos dejaron permanecer en el poblado más de 20 minutos.

Íbamos con la intención de ver más allá del mero exotismo que gusta fotografiar, pero ellos no nos dejaron. No quieren ser más que objetos a los que merece la pena retratar por su rareza. Quieren los cinco birr que te cobran por cada vez que pulsas el disparador de tu cámara. Quieren venderte a toda costa el plato que llevan en la boca. Y después, quieren que pagues al jefe de la tribu por la visita y que te marches por donde has venido lo antes posible.

Durante el poco tiempo que estuvimos en el poblado intentamos saber más cosas sobre sus costumbres, su forma de vida, cómo construyen sus viviendas o qué comen habitualmente, pero lo que te explican los guías oficiales es bastante poco (aunque tú preguntes) y lo que los mursi te dejan conocer, es aún menos. Esos 20 minutos se convierten en una maratón a base de empujones y agarrones para ver quién consigue atraer tu atención para que le hagas una foto.

Para colmo, cuando fuimos a pagar religiosamente por nuestra visita el precio acordado, el jefe de la tribu decidió que habíamos incordiado demasiado tiempo y ya no era suficiente con los 200 birr pactados. Ahora quería 250. Como ya digo, el scout se puso de parte de ellos y fueron el guía y el conductor los que nos sacaron del apuro a grito limpio y casi a golpes.

Quizás vea esto desde una perspectiva demasiado occidental, y no puedo esperar que gente a la que vamos a ver como si fuesen una atracción de feria (aunque lo que queríamos evitar era precisamente esto) nos abran las puerta de su vida en sólo unos minutos, pero entonces tampoco deberían cobrarte como si fuesen a hacerlo.

En mi opinión, la gente puede cansarse, si le siguen cobrando precios totalmente desorbitados por un cuarto de hora de acoso y derribo para que siga soltando euros y sin recibir nada a cambio (me conformo con conocimientos de su forma de vida).

De haber sabido de antemano cómo iba a ser la experiencia, sin duda habría optado por esperar a que fuese el día de mercado en alguna de las ciudades cercanas a los poblados, donde acuden los mursi para comprar y vender. El contacto con ellos sería exactamente el mismo pero, seguramente, de una forma mucho más cómoda y relajada.

mursi02

6 agosto 2009 at 10:27 pm 8 comentarios

El libro de África

libro-africaDe Túnez a Sudáfrica y de Cabo Verde a Isla Mauricio. De Norte a Sur y de Este a Oeste. Los 54 países del continente africano; sus más de 30 millones de kilómetros cuadrados; 1.800 lenguas habladas por 910,8 millones de habitantes. Todo esto y mucho más tiene cabida en las 263 páginas de este libro, El libro de África. Un viaje por todos los países del continente.

Fragmentos de historia y recomendaciones de viajes, junto a fotografías que quitan la respiración y datos económicos y demográficos para entender la realidad del continente, cada hoja que paso se convierte en un nuevo país que entra en mi lista de «pendientes». 

Aunque aún no he podido dedicarle todo el tiempo que quisiera, cada vez que lo abro inicio un nuevo viaje por África.

Por sus gentes, por su cultura, por sus animales y sus paisajes. Por su música y su pobreza. Y por la esperanza, sus colores y su sonrisa. Por todo ello quiero ir a África y me ha enamorado este libro, que no hace sino despertar el gusanillo de todo el que tenga su corazón abierto a este continente maravilloso.

25 marzo 2009 at 8:58 pm Deja un comentario

¿Qué quieres que te cuente?

Muchas veces me han preguntado, desde que decidí viajar este año a Etiopía, el porqué de ese destino, y mi respuesta no dura nunca menos de un cuarto de hora, porque son tantas y tantas las cosas que me mueven a conocer la antigua Abisinia…

Ayer, en un blog que suelo visitar, encontré un texto de Pepe Rubianes que me ha encantado y que refleja perfectamente los motivos que han hecho que Etiopía me hechice, aún sin conocerla in situ.

Foto: oriol_gascon

Foto: oriol_gascon

«¿Qué quieren que les cuente de un país, que de entrada, tiene 82 lenguas y más de 200 dialectos; de un país que figura entre los más pobres del mundo y, sin embargo, tiene de todo; de un país que, cuando los «avanzados» hombres occidentales éramos poco menos que babuinos comiendo hojas de los árboles, ellos tenían uno de los imperios más longevos de la historia: el imperio de Axum; de un país que se rige por el calendario juliano y las horas van con el sol?

¿Qué quieren que les cuente de un país que nunca ha sido colonizado y sus gentes han mandado siempre en sus destinos para bien y para mal; de un país mayoritariamente cristiano ortodoxo independiente del resto de iglesias coptas; de un país que dice venir del rey Salomón y de la reina de Saba y que esconde en sus entrañas el Arca de la Alianza; de un país que posee una comunidad judía negra y donde cristianos, musulmanes, judíos y animistas conviven en armonía?

¿Qué quieren que les cuente de un país de altísima montaña (Ras Dashen,4.600 m.) y de la depresión más baja de la tierra, el Danakil, a 150m. bajo en nivel del mar; del país de los grandes atletas: Abebe Bekila, Haile Gabreselassie y Kenenitsa Bekele; del país que tiene la más grande cabaña de África, el Nilo Azul y lagos como mares; del país que fue casa del poeta Rimbaud y del explorador Burton?

¿Qué quieren que les cuente de un pueblo amable y hospitalario, inteligente e inocente, generoso y desconfiado donde jamás vas a entender nada por muchas vueltas que le des al coco; de un país que descubrió la planta del café, en la zona de Kaffa, y de ahí viene el nombre de «café»;de un país donde el 50 % de la población es veinteañera; de un país con gran cantidad de occidentales: misioneros, humanistas, gente de bien que se vuelca en ayudar al necesitado y,¡como no!,también encontrarán sinvergüenzas, majaras, iluminados, salvadores y rebotados de la vida que montan su «negocio» a costa del mal ajeno?

¿Que quieres que te cuente de un país donde el años nuevo se celebra el 11 de septiembre y en el 2007 han celebrado se milenio: el 2000; de un país con una historia turbulenta y trágica vertida sobre la espalda de un pueblo sufrido y noble que jamás ha perdido su sonrisa, su maravillosa sonrisa etíope?

¡Vayan y conozcan Etiopía y a la vuelta, me cuentan!

Un abrazo. Pepe Rubianes»

6 marzo 2009 at 12:58 pm 7 comentarios

El gusanillo que sale pronto

Eso fue lo primero que pensé cuando escuche la vida de Manuel Iradier (1854-1911), que el gusanillo viajero, si se tiene dentro, sale en cuanto puede.

Manuel Iradier

Manuel Iradier

En este caso concreto, a los 14 años ya soñaba el vitoriano con realizar una expedición a África y puso manos a la obra para contactar con otras personas con las mismas inquietudes, de donde surgió la sociedad La Exploradora.  En principio, la idea era atravesar el continente de norte a sur, con un recorrido de casi 13.000 kilómetros aunque, tras escuchar al célebre viajero Sir Henry Morton Stanley, decidió centrar su aventura en el Golfo de Guinea

Así lo hizo y en 1874 partió, junto a su mujer y su cuñada, hacia el oeste africano, desde donde emprendió la marcha hacia el interior, explorando de modo sistemático las islas del Golfo de Guinea y de Cabo San Juan, a través de los ríos Ayé, Muni, Utongo y Bañe.

En el transcurso de este viaje nació su hija Isabel, que murió pocos meses después, algo que Iradier nunca pudo superar y le hizo regresar a España.  

Poco después inició un segundo viaje de exploración, a finales de 1877, y en él Iradier obtuvo vocabularios y gramáticas de las lenguas de las tribus que visitó, numerosas anotaciones astronómicas, etnográficas, climatológicas y comerciales y mapas de las zonas visitadas que fueron publicados por la Sociedad de Africanistas y Colonistas de Madrid.

Esta sociedad reunió fondos para financiar una tercera expedición que dio comienzo en julio de 1884. Esta vez el viajero vitoriano iba acompañado por el doctor Amado Eugenio Osorio y Zabala, con quien volvió a recorrer los territorios ya explorados en la primera expedición y algún otro. Emprendieron el viaje de regreso a España el 28 de noviembre de 1884, debido a que Manuel Iradier, aquejado de fiebres, no podía continuar.

De vuelta a España, su inquietud le llevó a inventar varios artilugios, entre los que se encuentran un contador de agua, un fototaquímetro y una tipográfica que acortaba las labores de la imprenta.

Tras escribir varios libros relatando sus experiencias y recibir diversos homenajes, Iradier murió en el pueblo segoviano de Valsaín, donde trabajaba en una empresa maderera.  

3 marzo 2009 at 3:25 pm 2 comentarios

No kiss

beso1No tengo muchos datos sobre lo que voy a contar, pero me pareció tan curioso que no podía dejarlo pasar por alto. 

Esta señal se encuentra a la salida (y entrada, supongo) de las bocas de metro de alguna ciudad en Inglaterra, pero no recuerdo cual concretamente. La medida, prohibido besarse, se ha tomado para evitar aglomeraciones innecesarias en los accesos al transporte público. 

Esta frialdad inglesa…

24 febrero 2009 at 9:50 pm 2 comentarios

Un croissant austriaco

croissantPues parece que los franceses nos tienen engañados a la mayoría, ya que lo que muchos considerarán uno de los mejores inventos galos no es tal. El croissant, ese bollo que tantos desayunos nos ha alegrado, no es de cuna francesa sino austriaca.

La historia se remonta al siglo XVII, concretamente al año 1683, cuando el imperio otomano, lo que serían los turcos de hoy, intentaban entrar en la ciudad de Viena tras varios años de cerco. Como ninguno de los asaltos anteriores había dado resultado, los musulmanes adoptaron una nueva estrategia y comenzaron a cavar un túnel para pasar bajo las murallas de la ciudad y conseguir así entrar en la ciudad.

Como es lógico pensar, esta obra de ingeniería tenía que ser hecha de noche, para no alertar a los vieneses y poder cogerlos por sorpresa, una vez que hubiesen logrado entrar en la ciudad. Con lo que no contaban los turcos es con que los panaderos, y más si hablamos de Viena, se pasan la noche en vela para poder tener el pan listo bien temprano. Y claro, se dieron cuenta de que algo tramaban al otro la muralla. 

Los pasteleros dieron aviso al emperador y éste, a su vez, al ejército, siendo finamente los otomanos los sorprendidos y vencidos.  El soberano, como no podía ser menos, obsequió al gremio de los panaderos con una serie de privilegios, por su decisiva colaboración a la hora de derrotar al enemigo.  

Y los panaderos, como agradecimiento por los privilegios recibidos (pero qué cumplidos son estos austriacos) elaboraron un nuevo dulce con el que agajasar a su emperador. Encima, como se sentían «chisposos» por la reciente victoria, no se les ocurrió nada mejor que darle forma de media luna al nuevo bollo, a imitación de la bandera turca, y así, aparte de disfrutar del postre, se burlaban un poco de los musulmanes, que tantos malos ratos les habían dado.

22 febrero 2009 at 4:52 pm 3 comentarios

Mamá Claudina

No puedo dejar pasar más tiempo sin recomendar una visita y un alojamiento maravillosos en Cuba, ahora que algunos de los que me rodean están pensando en acercarse por allí. 

Se trata de la casa particular de Claudina Álvarez, en Viñales

Para centrarnos, Viñales en un pueblito de la provincia de Pinar del Río que a nosotros nos aportó algunas de las mejores experiencias en la isla. Se trata de un pueblo muy pequeñito, con casitas bajas de colores y todas iguales, rodeado por mogotes, unas formaciones geológicas que vienen a ser montañitas aisladas y romas.

Valle de Viñales

Valle de Viñales

Viñales es pura tranquilidad. Y en casa de Claudina, más. Las charlas con ella y su hija hasta la madrugada fueron de lo mejor del viaje. Su hospitalidad y amabilidad nos dejaron con las ganas de pasar más tiempo allí. ¡Era como mi madre en Cuba! 

La noche que llegamos estábamos los dos malos con la barriga, hasta que nos topamos con la sopa de malanga. ¡Pero qué cosa más rica! Ni que decir tiene que se nos quitaron todos los males y, al día siguiente, no sólo disfrutamos de las sopas de Claudina, sino también de zumos tropicales, pescado, verduras, tortilla… Esas manos en la cocina sólo pueden recordar a las de… ¡mi madre! 

Casa Claudina

Casa Claudina

A todo el que me pregunta siempre le he dicho que en Cuba es mucho mejor alojarse en casas particulares, antes que en hoteles, pues ofrecen un mejor servicio por el mismo dinero (hablando siempre de presupuestos ajustados, no de los que quieren grandes complejos hoteleros de cadenas internacionales) y el contacto directo con la población cubana, tan buscada siempre.  

Por si alguien puede estar interesado, aquí dejo el enlace a una web que hicimos con toda la información de la casa y sus alrededores (está sin terminar, pero puede ser de utilidad). 

Por último, creo que también merece la pena contratar la excursión que ofrece el museo para visitar los mogotes. Jesús, el guía, nos llevó por los alrededores de Viñales dándonos vasta información de la geología, fauna, flora, historia y costumbres de la zona. Y como colofón a la caminata, lo mejor de todo: la visita a la plantación de tabaco de Guillermo, con degustación de moros y cristianos y fumado de puro recién liado incluidos. Una auténtica delicia.

12 febrero 2009 at 9:48 am Deja un comentario

Por favor, llámame Blanca

Sí, definitivamente tengo que tener un «gen Fernández Ochoa» extraviado por ahí… El esquí es lo mío. Lástima que lo he descubierto casi 30 años tarde…

Bueno, realmente no sé si llegaré a la categoría de crack en el deporte alpino, pero de lo que estoy segura es de que me he quedado encantadísima con mi primer contacto con los esquís.

Después de muchos intentos de convencer a mi amiga Claudia el año que estuve en Austria para que me enseñase un poquito y lograr únicamente que me prestase una bolsa de Ikea para lanzarme lomita abajo (disfrutando como una enana, eso sí), por fin el pasado día 17 llegó mi verdadero bautizo en la nieve.

El viernes por la tarde salimos mis hermanos, Alfonso, Juanlu y yo rumbo a Sierra Nevada para adentrarnos en el maravilloso mundo de las caídas, unos (entre los cuales me incluyo) y para demostrar su pericia en el manejo de esquís y bastones, otros.

Nos instalamos a nuestra llegada al albergue y, al margen de la copiosísima cena a las siete de la tarde, no hay mucho que destacar.

<i>Si, aunque parezca mentira, yo soy la de delante.</i>

Sí, aunque parezca mentira, yo soy la de delante.

El día siguiente por fin llegó el momento del estreno, y allí estábamos los seis, la mar de bien equipados, para hacer nuestros pinitos en la nieve. Con la santa paciencia de Antonio aprendimos a hacer la cuña, girar (más o menos) y poco más. Tras una larguísima y deseperante cola de espera en la «alfombra mágica» nos atrevimos ya a lanzarnos por Borreguiles. ¡Pero qué miedo, cuando yo me vi allí arriba y sólo había una forma de bajar (esperaba que rodar no estuviese entre mis opciones). Bueno, al final poco a poco lo conseguimos (muy despacito, eso sí) y llegamos abajo triunfantes. ¡Y sin haberme caído ni una sola vez! 🙂

Después fuimos a las clases que teníamos contratadas pero yo, muy guay, decidí por mi misma pasarme del grupo «Principiantes» al «Principantes advance«. Y así se nos fue el primer día que, la verdad, no me pareció tan chulo ni tan emocionante como me había dicho todo el mundo.

Pero el domingo ya cambió la cosa…

En vez de ir hasta las pistas con el telecabina me atreví a bajar esquiando desde el albergue con Antonio, Macarena, Luis y un amigo suyo. No lo estaba haciendo demasiado mal hasta que me dijeron que iba por una pista roja. Entonces me empecé a poner nerviosa y a hacer más eses de la cuenta.

Después fuimos directos a Stadium, que a mí me sonaba a palabras mayores… ¡Y tanto! Cuando nos bajamos del telesilla yo me negué a tirarme por esa cuesta. ¿Pero estamos locos o qué? Menos mal que, una vez más estaba ahí Antonio para, con paciencia, hacerme ver que no me quedaba otra. Pues sí, finalmente lo bajé. Y creo recordar que también sin caerme. Pero qué catacrack.

Cuando llegamos a Borreguiles volvimos a Stadium, después bajamos el Río, y yo cada vez más a gustito y más suelta. Vamos, que cuando llegó la hora de la clase fui porque el deber me llamaba, que si no… me quedó por ahí tan ancha.

Como temía, la clase se me hizo un poco aburridilla, porque por la mañana me había estado moviendo mucho más, pero bueno, Maca y yo compensamos volviendo al albergue también sobre los esquís. Una pasada.

En resumen, el primer día no tanto, pero el segundo disfruté como una enana y ahora estoy deseando volver a ponerme unos esquís y ver de dónde soy capaz de tirarme la próxima vez. Ah, y deseando enseñarle a Claudia cómo desperdició su oportunidad de transformar a una españolita que lo flipaba con la nieve en una auténtica estrella del esquí.

1 febrero 2009 at 11:19 pm 4 comentarios

El mejor trabajo del mundo

Lo he encontrado. ¡Lo he encontradooo!
He encontrado el trabajo de mis sueños (otro más). ¡He encontrado el mejor trabajo del mundo!

Qué estrés

Qué estrés

Debo de estar enferma, porque de repente me han entrado unos ganas locas de trabajar y, si me apuran, hasta estaría encantada de hacer horas extras o de llevarme trabajo a casa. Es más, lo mejor sería mudarme directamente a la oficina. Lo dicho, no tengo que estar muy buena.

Pero es que… ¿quién no soñaría con trabajar en una isla paradisíaca con obligaciones como hacer submarinismo, tumbarse al sol o pasear por los bosques? ¡Y con un sueldo de 150.000 dólares australianos! Eso sí, deberás contárselo al resto del mundo en un blog semanal. Encima de todo, ¡puedes (o debes) darle envidia al resto de los humanos!

El puesto de trabajo en cuestión lo ofrece el estado australiano de Queensland para para promocionar sus islas en la Gran Barrera de Coral. No está nada mal el emplazamiento, ¿no?

En fin, que yo me pongo a preparar mi vídeo, a ver si les parezco apañada y les apetece nombrarme la vigilante oficial de su islita.

22 enero 2009 at 8:50 am 4 comentarios

Bautismo espeleológico

Hace algunas semanas nos fuimos unos cuantos amigos a pasar dos días en Grazalema, para desconectar de todo y respirar un poco de aire fresco.

entrada-cueva

Entrada a la Cueva del Susto

El fin de semana estuvo bastante bien; la casa que alquilamos era acogedora (aunque tooodo el olor de la chimenea iba a parar a nuestro dormitorio) y no podemos decir que comiésemos y bebiésemos precisamente mal (maravillosos jabalí y cordero en Benamahoma…).

Pero, sin duda, lo mejor de todo fue la Cueva del Susto, lo que supuso nuestro bautismo espeleológico. Yo, sólo con embutirme en el neopreno y ponerme el casco de curri ya iba la mar de contenta, así que no me hacía falta demasiado, pero, una vez entramos en la cueva, me quedé con la boca abierta. Estaba de verdad encantada con todo lo que hicimos: rapel, escala, arrastrarnos por el suelo, deslizarnos por grietas… ¡Hasta vimos dos pequeños murciélagos hibernando!

El interior de la cueva

El interior de la cueva

También pasamos nuestro pequeño susto (¿de ahí el nombre de la cueva?) cuando varias piedras se desprendieron, entre ellas una gordota en la que Alfonso estaba de pie, y se fue el pobre hacia una galería llena de agua. Menos mal que reaccionamos rápido y no pasó nada.

En total, unas tres horas bajo tierra en una oscuridad y silencio totales (cuando apagábamos las luces y estábamos calladitos, claro).

Para los que estén interesados: la cueva está muy cerquita de Zahara de la Sierra, contratamos la excursión con Pangea Central, con los que quedamos bastante contentos, y le damos un 10 al guía que nos acompañó, Alexis.

13 enero 2009 at 8:39 am 5 comentarios

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